FRANQUICIAS EN CUARENTENA
Mientras las cadenas gastronómicas siguen funcionando con formatos low cost, las inversiones se pusieron en stand by como consecuencia del coronavirus.
Un consumidor promedio puede haber notado la tendencia en las cadenas de gastronomía tan solo al caminar por la calle. Los formatos pequeños, monoproducto, principalmente de fast food, con pocos empleados e incluso sin posibilidad de sentarse colmaron las calles del Área Metropolitana de Buenos Aires y las grandes ciudades del interior. Las razones: con una recesión que se arrastra desde 2018, toda oportunidad para abaratar costos es bien vista por los franquiciantes y franquiciados que apuestan más al volumen que a la rentabilidad por producto vendido.
Fuera de la gastronomía la historia es otra: las industrias de servicios y capacitación se mantienen estables y crecen tímidamente, mientras que indumentaria y accesorios llevan años de caída. La pérdida del poder adquisitivo es enemiga de “darse el gustito” y renovar el placard o actualizar el stock de carteras y bijouterie. Por eso, hace ya al menos dos años, los segmentos de peluquería, barbería, nail spa y hasta cursos cuentan cada vez con más locales, mientras que las cadenas de ropa cierran sus puertas mes tras mes. La recesión obligó a este segmento, el de las franquicias, a encontrar su nicho y acomodarse al mercado. Con una mayoría dentro del sector gastronómico –el 37 por ciento, según el Estudio Canudas–, los bares, cafeterías y restaurantes cambiaron su forma de vender, sus formatos y sus requisitos para franquiciados con el objetivo de crecer en capilaridad, incluso en medio de la crisis. Gracias a esto, y a la minimización del riesgo que ofrecen las franquicias al contar con un know how y una marca probada, la industria pudo crecer un 6,2 por ciento el año pasado y esperaba hacerlo al mismo ritmo en 2020. Hasta la llegada del coronavirus.
El año pasado, la incertidumbre pasaba por lo político: quién ganaría las elecciones, qué haría con la inflación, el consumo, el dólar. Una vez disipadas esas dudas en agosto, con un claro panorama de victoria para el kirchnerismo, el escenario comenzó a verse un poco más claro. Incluso con un control de precios y del tipo de cambio, en los primeros meses de 2020 las expectativas ya eran de, al menos, una leve recuperación. Los jugadores de la industria no esperaban un boom, pero tampoco una crisis como la de 2019. Marzo era el mes que los franquiciantes miraban con expectativas, ya que es cuando se reactivan las inversiones, las charlas y las consultas con los potenciales socios.
La propuesta pasaba por explotar ese segmento al que le estaba yendo bien –y había proyecciones de que liderara el mercado en 2020 según la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias (AAMF) –: las tiendas pequeñas, con pocos empleados, monoproducto, con un concepto “to go” y una inversión inicial de menos de US$ 50.000.
El 3 de marzo se detectó el primer caso de coronavirus en la Argentina y desde entonces el número comenzó a escalar. Ahora, según los propios franquiciantes, la incertidumbre ya no es más política, sino que pasa por saber cuándo terminará el brote o conocer cuándo será más leve. Con una cuarentena obligatoria declarada en el país, el último informe de la AAMF consignaba que el 70 por ciento de los comercios franquiciados no estaba operando. De los que sí, la mayoría son gastronómicos, que pudieron mantener sus puertas abiertas por ser esenciales, pero con menor volumen de ventas. Y las inversiones quedaron en stand by. Todo esto aceleró el proceso que muchas cadenas ya venían poniendo en marcha, como el mayor uso de las apps de delivery, entregas propias sin costo y el ecommerce, los principales aliados del aislamiento. Para los servicios de peluquería el negocio se frenó y las capacitaciones, que antes eran virtuales solamente para los alumnos en el interior, ahora son 100 por ciento online.
Mientras cada cadena busca la forma de sostener su operación con nuevas estrategias para hacer frente a la pandemia, los llamados de consulta se frenaron.
En un repaso por el año pasado y lo que se espera para este, los consultores fueron cautos. “El 2019 para las franquicias no escapó a la situación general, pero no fue tan dramático como en otros sectores. Se abrieron más franquicias que negocios independientes, porque tiene que ver con la idea de minimizar los riesgos”, considera Mario Comi, gerente General de la consultora Francorp. En los primeros meses de este año el especialista notó la mejora en las expectativas: “Hay nuevas marcas volcándose a las franquicias, porque no pueden crecer con locales propios, entonces se apalancan en la inversión de otro”. “La preocupación por el coronavirus está, toda la red internacional de franquicias está pasando por lo mismo y esa preocupación ya empezó a pegar en la macro. Estamos viendo cómo impactará en la micro”, analiza Carlos Canudas, titular del Estudio Canudas.
Como recomendación, el consultor sostiene que se debe dimensionar la contingencia para cada caso y prepararse para una disminución en los ingresos. “Es una realidad que ante este contexto una franquicia está más fortalecida que un local independiente”, agrega y reconoce que algunas inversiones ya están en duda.
Las que sortean la crisis
La posibilidad de abrir las puertas de sus tiendas dentro del sector gastronómico permitió un alivio a la industria y a los franquiciados que ya tienen sus puntos de venta en marcha con las medidas de precaución correspondientes.
Con una propuesta 100 por ciento low cost, Tomasso es una de las franquicias que apostó a la expansión territorial durante 2019 y seguirá haciéndolo en 2020. La cadena de pizzerías cuenta con tiendas pequeñas y –aunque prefieren no decir el monto exacto– la inversión inicial está dentro de los parámetros que los consultores llaman “low cost”, lo cual la hace atractiva.
“Notamos un aumento en la demanda en los primeros meses del año y creo que se va a ir incrementando. Hay un cambio de tendencia en el consumo, en el que se volvió una costumbre retirar el producto en la tienda como propone nuestro formato”, comenta Diego Parra, Brand manager de Tomasso.
Hasta antes del brote de coronavirus, la experiencia de la cadena pasaba por pedir y buscar la pizza en el punto de venta, como una de las tantas propuestas to go que están ganando lugar.
Hoy, en plena cuarentena, Parra explica que el 90 por ciento de los locales siguen abiertos, salvo en algunos casos por decisión propia de los franquiciados. Es por eso que en las sucursales que siguen funcionando se incorporó el delivery propio con llegada a los alrededores como medida de contingencia ante el aislamiento obligatorio –además de contar con Glovo antes de la cuarentena. La cadena ya cuenta con 40 locales en el país y la proyección es duplicar la cifra, con un gran foco puesto en el GBA y el interior. “Nos vamos a consolidar en la CABA y en el corredor norte. Luego queremos ganar presencia en otras zonas, donde todavía hay más opciones de negocio”, grafica Parra. “Con el coronavirus estamos transitando una situación complicada porque no sabemos cuánto va a durar. Ya tiene impacto en la economía y hay que ver hasta dónde llega”, agrega sobre la coyuntura que obliga a todas las industrias a repensar sus estrategias.
Oh my Veggie es otra de las cadenas, dentro del segmento de dietéticas, alimentos y productos saludables, que está creciendo con distintos formatos. Damián Chacón probó suerte dentro del sistema de franquicias por primera vez hace 12 años, en La Plata. “Cuando quise generar una marca no pude patentarla y se cayó la ilusión”, recuerda sobre su primer approach. Fue recién hace tres años, en Neuquén, que pudo concretar su sueño y abrir un local de Oh my Veggie con la convicción de convertirlo en una red de franquicias. “En muy poco tiempo la marca creció y gente que ni había entrado a las tiendas, viendo solo por las redes sociales, nos empezó a llamar para poner franquicias en otras provincias”, explica Chacón sobre la estrategia online que pusieron en marcha para ganar posicionamiento. Con los primeros interesados, el fundador se acercó a la consultora Francorp y armaron el manual operativo para lanzar las franquicias. Así, hoy cuenta con 10 sucursales y tres formatos: los locales tradicionales de alimentos saludables con la marca Oh my Veggie; una alternativa gastronómica con alimentos listos para comer y mesas para sentarse que se llama Oh my Veggie Natural food; y una panadería vegana denominada Vegan Bakery. El primero se trata del formato más desarrollado y tiene un costo de $ 1,9 millones para contar con el local terminado y la mercadería. “Le damos la facilidad al franquiciado de que el armado de la tienda lo haga con proveedores propios, respetando el estilo”, detalla Chacón como una opción para abaratar las inversiones y flexibilizar la entrada de nuevos franquiciados. “Desembolsar toda la plata no es fácil, hay que ponerse del lado del franquiciado y que los números sean claros”, suma. Vegan Bakery es una opción más barata, con un precio de $ 1,2 millones, ya que requiere de menos mercadería y puntos de venta de menor cantidad de metros. Por último, el formato de Natural food es el más caro, ya que hay que armar la cocina y el patio gastronómico: la inversión es de $ 3 millones. Con esas tres propuestas, la cadena está presente en el interior e inauguró una sucursal en Palermo, donde el nicho de alimentos saludables es un boom. De los 10 locales, dos son propios, y la cantidad de empleados varía según los metros de cada punto de venta, ya que las dimensiones también se adaptan a las locaciones. “En Neuquén, por ejemplo, tenemos tres empleados. Hay muchas tiendas atendidas por sus dueños, mientras que el formato de cocina tiene siete trabajadores. Se trata de la estructura que más empleados requiere”, explica Chacón. Como proyecciones para 2020, la marca cuenta con múltiples interesados, aunque el fundador admite que dado el brote del virus y la cuarentena se pusieron en stand by todas las aperturas. “Estamos recibiendo consultas, pero el coronavirus hace que se dilaten algunas inversiones. Creo que si abrimos entre cinco y 10 franquicias sería un buen objetivo para este año”, sintetiza. El modelo se basa en un canon fijo que incluye la publicidad por $22.000 mensuales. “Considerando la situación del país y que la marca es nueva me enfoco en que las tiendas que abran estén bien, no me interesa matar al franquiciado”, dice.
Cómo está el mercado Durante 2019, la AAMF relevó que se desarrollaron más de 130 marcas, mayormente dentro del rubro gastronómico, seguidas de las relacionadas con la salud, la belleza y los cursos. Y seguirán siendo relevantes los locales pequeños con comida al paso. “Habrá más franquicias de cafeterías, pastelerías y heladerías”, afirman desde la asociación, que proyecta que, dentro de servicios, “crecerán los relacionados a la educación y la capacitación”. “Los interesados buscan inversiones de menos de US$ 50.000, negocios de volumen más que de rentabilidad”, afirma Canudas. Según él, el rubro de indumentaria es el más golpeado, considerando que representa el 23 por ciento del ecosistema. Por su parte, además de los “gastro low cost”, la capacitación técnica también tiene buenas perspectivas. “Son inversiones que no requieren de un gran local y en costo implican menos de US$ 45.000”, explica.
La flexibilización en las inversiones iniciales es otra de las realidades del sector, que comenzó a ofrecer cuotas o pesificó sus desembolsos para ser competitivo. “Cada empresa les da distintas posibilidades a sus franquciados, pero siempre se dan estas charlas”, explica Susana Perrotta, presidenta de la AAMF. “La información se pone en dólares para no actualizar permanentemente, pero no se piden los dólares, se pesifica la inversión inicial. Nuestra recomendación es flexibilizar ante un proyecto interesante”, suma Comi. En tanto, el especialista considera que las posibilidades de financiamiento todavía son bajas, ya que las tasas de interés siguen altas. “La financiación para la apertura de locales sigue siendo poca y cara, el sector espera que se bajen las tasas”, sostiene. Para hacer frente a esto, el consultor explica que algunas marcas han congelado o bajado los precios de intangibles, pero para el resto de los ítems no hay posibilidad de hacerlo. “Algunas cadenas definieron modelos de negocio más chicos para que las inversiones iniciales sean más accesibles, ante la dificultad de financiarlas”, concluye.
Fuente: REVISTA APERTURA / Florencia Lippo.